La madre

La madre

El Dios y la Diosa

El Dios y la Diosa

sábado, 10 de julio de 2010

te espero...

Esa artesana, pasajera despierta de la vida, que busca y busca entre el día, desalmándolo por completo, como un gran remolino de viento, que despeina las horas, ,y asusta a los minutos, esa bella artesana, que vive mas allá del tiempo, con sus zapatitos de uva fresca, que entre su falda duerme la madura primavera, el día lo hace aventura, lo disfraza y lo envuelve de cuentos e historias, le pone capa, espada y una gran gorra, a veces lo viste de bruja, y dentro de la riza y ese mundo sin amarguras, simplemente se marchan, ¡a quizás que universo!, dándole vida a las extintas estrellas y devolviéndoles su eterna luz de joven, y sigue su viaje entre el mar y la arena, entre el cielo y la tierra…
Danzando con el sol y la luna, sin frío ni calor, pues inconciente es su pensamiento, todos sus mundos viven en la inconciencia mas viva que puede poseer un mortal.
¿Pero será mortal? ¡Si cada ves que la veo caminar! pareciera que esta a punto de despegar, invitándome a su mundo, llamándome a jugar entre coquetos ojos y unos cuantos murmullos, ¡y casi no me puedo resistir!, el mundo entero me agarra fuertemente, para no ir con ella, (lloro) ¡por que no me sueltan! Si yo lo único que quiero es volar a su lado, espero que algún día me lleves, me raptes, que me desintegres con tus hermosos ojos, y que levantes mis cenizas en un gran lago, en un lago que respire, que me abra sus aguas y me cobije.
No me cansare de esperarte, de vivir en esta red llena de hombre con problemas, donde se habla de todo, menos de magia… y entre tanto recordarte, cada día me siento mas lejano a este mundo, que, se, que no es mas que un punto en tu galaxia. Recuerdo que soñaba con tu llegada, ¡venias en tu carruaje, ese con la gran caracola, tenias un gran vestido blanco, y obvio quien mas que tu… llevabas esos zapatos entre violeta y morado, me mirabas de la lejanía de aquel camino prendido de luciérnagas, con tu alocada sonrisa; para que hablar de mi corazón, paresia no latir, mas bien brincaba en mi pecho, mis ojos se escaparon de mi rostro, y bailaban en medio de mi terraza, la comarca entera, estaba anonadada, salían de sus casas; los Wilson, con los instrumentos al arrastra, tocaban una pegajosa tonada, era entre música búlgara y celta, se destapaban los vino y las cervezas a destajos, carcajadas sonámbulas volaban en el viento, y entre los alocados bailarines solo un camino quedaba, era este, donde nos contemplábamos fijamente, ¡corrí y corrí a tus brazos! con catarsis, con emoción profunda, era… Ese instante de felicidad plena. Pero justo antes de tocarte, por medio segundo del tiempo y por un centímetro de tu piel, todo se evaporo.
Desperté tan feliz, y cuando mire mi entorno, era tan triste, grite tu nombre, te llame por artesana y por princesa, pero tu no estabas, no sentía tu aura, comencé a mover mi nariz como un ratoncito, para buscar tu olor, pero nada de nada, tu no estuviste. Grite con tanta rabia, ¡devuélvanme mis alas! Y ¡liberen la magia! En ese momento hubo un frío silencio, todos me miraban parecían sorprendidos, serios… ¡magia! (grito un hombre de gran barriga y sombrero verde) otro gran silencio y se vino como un maremoto o un terremoto la gran carcajada… me di la vuelta y volví a mi jaula, me acosté en el suelo y te pensé, llore hacia dentro, para apagar un poco el incendio de mi gran dolor.
¡Y sin duda te sigo esperando! ¿Vendrás?

la mas grande de las hippies

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unica, jamas imitable