La madre

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El Dios y la Diosa

El Dios y la Diosa

viernes, 16 de abril de 2010

Mi buen asesino

Mi buen asesino


Un gran barco de humo lila
con largas cadenas doradas,
se eleva en el cielo encerrado.

Las nubes se ahogan dentro
de su propia respiración,
y los ojos de la muerte
están clavados en mi pulmón.

El infierno en su fin
penetra la sonrisa,
cuando el seco de su incineración
cae en la fértil brisa de su recorrido

Su olor a morgue,
de mil hombres podridos,
llena de asco mis sentidos

La bodega
que encierra la cobra babosa,
emana ratas que entre las lunas se cuelgan.

Escupo lava y
siento ardor, camino un paso y ya no hay…

Pido un beso,
uno con mal sabor,
uno solo y si fluye,
pues que sangre,
pero que me de respiración.

Mis poros sudan
en las bocas del pueblo,
se hacen precarios
los mundos de mi pequeño delirio,
en los ojos rojos del hombre mortal



Momentos de vida deforme
y vaporosa se escapa en el navío,
junto a los sueños sin alas de la inspiración

Me oscurezco en el interior
solo por mi hambre de sed,
en el más salvaje de mis vicios

Indomable fiera,
apetecible hasta la ultima quemada,
maldita desde tu larga forma
al momento más pequeño
de tu calor intenso

Tu seductor cuerpo
de lo lejos me tienta, pero yo estoy aquí,
calentando los dos dedos,
terminando y muriendo.





Sir Monzón

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