Dama negra
Muchas veces me he reído de la muerte en su cara, observo cómo se estira para alcanzar mi alma, pero la detiene la ira, el brillo quebrantador de sus verdes ojos, y en el junco devorador de su apetito se estremece en el desgarro de no poder tenerme, yo estoy listo, dispuesto a sus brazos; mas ella no puede cerrar el círculo en mi ser, la veo en el asecho de hiena, quemando su saliva, montada en mi cama, respirando su propio aliento en mi rostro con sonrisa. Brama y rompe sus cuerdas entre mas se va llenando la luna de mis labios, solo llévame, no esperes el rito del temor; ya que siempre encontraras mi deleite, mi pequeña mueca con locura…
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